Revelaciones

El derecho a desvotar

Margarito Escudero Luis

En este país, la ley que más se aplica con mucho éxito, es la Ley del Embudo. En todos los sectores, en todas las instancias, en todos los lugares, esta ley se aplica con todo rigor por quienes detentan la parte ancha del embudo para joder lo más que se pueda a quienes esperan las gotas y migajas que brotarán de la parte angosta.

Sin embargo, hay intenciones que buscan redimir y democratizar estos temas que, durante siglos han permeado en las sociedades humanas.

La Revolución Mexicana alcanzó un objetivo importantísimo en la Historia de nuestro país, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, documento que ha marcado el proceso histórico de la Nación en las últimas décadas, modificado según los intereses de los grupos de poder que logran encaramarse al gobierno.

Pero sigue siendo la línea a seguir y hay artículos constitucionales que duermen el sueño de los justos, abandonados en las catacumbas de la ignorancia colectiva.

Ahí en la Constitución están consagrados derechos y obligaciones de todos los mexicanos, ahí se establece la revocación de mandato del gobernante que no cumple con las expectativas de la ciudadanía que votó; es decir, así como el ciudadano tiene derecho y obligación de votar, también tiene derecho a manifestar su desencanto con el funcionario electo a través de un proceso llamado Revocación de Mandato; o sea que los ciudadanos tenemos derecho a “desvotar”, a retirarle nuestro voto a quien traicione la confianza popular.

Existe la Ley Federal de Revocación de Mandato, que tiene por objeto regular y garantizar el ejercicio del derecho político de las ciudadanas y los ciudadanos a solicitar, participar, ser consultados y votar respecto a la revocación del mandato de la persona que resultó electa popularmente como titular de la Presidencia de la República, mediante sufragio universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible.

Entonces, estamos ante una oportunidad que nos había sido negada desde que la misma Constitución rige en este país.

Oportunidad que permaneció oculta durante décadas y que hoy el actual presidente la coloca ante los ojos de todos los mexicanos para que, de aquí en adelante, pueda realizarse el ejercicio democrático donde se manifieste la auténtica voluntad popular.

La estridencia de los opositores al referéndum busca deslumbrar y ensordecer a los mexicanos, como siempre con el petate del muerto en la diestra y las mentiras en la siniestra, usando la figura presidencial como la responsable de poner en marcha algo que pretenden vender como ilegal e inútil.

Lo cierto es que no quieren someter, no solo al presidente, sino a sus grupos de intereses, a ser destronados, cuestionados y exhibidos.

Saben que no les conviene, pues se ponen en peligro lo que les quede de privilegios.