Rusia anunció este viernes que concluyó la evacuación de civiles de la región ucraniana ocupada de Jersón ante el avance de las tropas de Kiev, un operativo considerado por Ucrania como una «deportación» de la población.

El ejército ucraniano se apresta a una feroz batalla para intentar recuperar la ciudad de Jersón y las zonas circundantes a esta localidad que antes de la guerra tenía unos 288.000 habitantes.

Esta ciudad está ocupada por Rusia desde los primeros días de la guerra y sus autoridades prometieron convertirla en una «fortaleza» para resistir a la ofensiva ucraniana en esta región, que el Kremlin afirma que fue anexada.

Las autoridades rusas de ocupación en Jersón instaron desde el 13 de octubre la evacuación de la población al lado menos expuesto del río Dniéper, ante el avance de los ucranianos.

Este viernes afirmaron que el traslado ha concluido. «El trabajo de organizar la salida de los habitantes (…) hacia regiones seguras en Rusia ha terminado», dijo el jueves por la noche Serguéi Aksionov, líder de Crimea, península vecina de Jersón anexada en 2014 por Moscú.

«Estoy contento de que quienes quería salir rápidamente y con seguridad del territorio bombardeado por los ucranianos hayan podido hacerlo», indicó Aksionov en Telegram donde publicó una foto al lado del director adjunto de la administración presidencial rusa, Serguéi Kiriyenko.

El miércoles un funcionario a cargo de la ocupación rusa de Jersón, Vladimir Saldo, afirmó que al menos 70.000 residentes pudieron abandonar sus domicilios en la zona en menos de una semana.

Por su parte, el mando militar ucraniano indicó este viernes en su informe diario sobre las últimas 24 horas que «la llamada ‘evacuación’ del territorio ocupado temporalmente de Jersón continúa».

Bajas chechenas

Un indicio de la intensidad de los combates es que el dirigente de la república rusa de Chechenia, Ramzan Kadyrov – cuyas fuerzas combaten en Ucrania -, anunció la muerte de 23 de sus soldados en un bombardeo ucraniano que dejó 58 heridos.

Kadyrov defiende una línea «dura» frente a Ucrania, hizo un llamado a lanzar ataques nucleares y afirmó que sus tropas libran una guerra santa contra los «satánicos».

En tanto, en el frente, las autoridades ucranianas denunciaron que bombardeos rusos dañaron dos edificios residenciales y una panadería en Mikolaiv, en el sur, dejando un herido.

En el este, en la región de Donetsk, cinco personas murieron y nueve fueron heridas en las últimas 24 horas, especialmente en la localidad de Bajmut, que es otro punto clave que las fuerzas rusas intentan tomar desde mediados de año, indicó el gobernador ucraniano, Pavlo Kirilenko.

En tanto, Aksionov y Kiriyenko anunciaron que visitaron el jueves la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa y que está bajo ocupación de Rusia desde marzo.

Moscú y Kiev llevan meses culpándose mutuamente de bombardear las instalaciones de la central, una zona que está en una de las cuatro regiones ucranianas que Rusia reivindica como territorios anexados.

En las últimas semanas Rusia multiplica los bombardeos contra infraestructuras energéticas ucranianas, lo que ha provocado un racionamiento de la energía eléctrica en gran parte del país.

El presidente ruso Vladimir Putin acusa a Ucrania de preparar un ataque con una «bomba sucia» con residuos radiactivos, acusaciones que tanto Kiev como sus aliados en Occidente catalogan de «absurdas» y afirman que pueden servir como un pretexto de Moscú para una escalada del conflicto.

En un discurso el jueves ante un foro político, Putin pidió al Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) que envíe una misión a Ucrania «lo antes posible».

Este órgano de control nuclear de la ONU señaló que realizará «una verificación independiente».

Putin afirmó además que el mundo entra en la década «más peligrosa, impredecible y, al mismo tiempo, importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial», describiendo el conflicto en Ucrania como una lucha global contra la hegemonía occidental.

Fuente: Excelsior