Los precios al consumidor de Estados Unidos se aceleraron en junio debido a que los costos de la gasolina y los alimentos se mantuvieron elevados, lo que resultó en el mayor aumento anual de la inflación en 40 años y medio, cimentando el argumento para que la Reserva Federal suba las tasas de interés en 75 puntos básicos a finales de este mes.
El índice de precios al consumidor aumentó un 1.3% el mes pasado después de avanzar un 1.0% en mayo, dijo el miércoles el Departamento de Trabajo.
Los economistas encuestados habían pronosticado que el IPC subiría un 1.1%.
Los precios al consumidor están aumentando, impulsados por cadenas de suministro globales complicadas y un estímulo masivo fiscal de los gobiernos al principio de la pandemia de covid-19.
La guerra en Ucrania, que ha provocado un aumento en los precios mundiales de los alimentos y el combustible, ha empeorado la situación.
Los precios de la gasolina en Estados Unidos alcanzaron niveles récord en junio, con un promedio de más de 5 dólares por galón, según datos del grupo de defensa de los automovilistas AAA. Desde entonces, han disminuido desde el pico del mes pasado y tenían un promedio de 4.631 por galón el miércoles, lo que podría aliviar parte de la presión sobre los consumidores.
Los datos de inflación siguieron a un crecimiento del empleo más fuerte de lo esperado en junio. La economía creó 372 mil puestos de trabajo el mes pasado, informó el Gobierno el viernes pasado, con una medida más amplia de desempleo cayendo a un mínimo histórico.
La estrechez del mercado laboral también se ve subrayada por el hecho de que había casi dos puestos de trabajo por cada desempleado a finales de mayo. La Fed quiere enfriar la demanda en la economía para reducir la inflación a su objetivo del 2%.
Los mercados financieros esperan abrumadoramente que el banco central estadunidense eleve su tasa de política monetaria en otros tres cuartos de punto porcentual en su reunión del 26 y 27 de julio. Ha aumentado su tasa de interés a un día en 150 puntos básicos desde marzo.
En los 12 meses a junio, el IPC avanzó un 9.1%. Esa fue la mayor ganancia desde noviembre de 1981 y siguió a un aumento del 8.6% en mayo.
Había esperanza de que un cambio en el gasto desde bienes a servicios ayudaría a enfriar la inflación. Sin embargo, el mercado laboral muy ajustado está impulsando los salarios, lo que contribuye a que los precios de los servicios sean más altos.
Las presiones inflacionarias subyacentes se mantuvieron fuertes el mes pasado. Excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía, el IPC ganó un 0.7% en junio después de subir un 0.6% en mayo.
El llamado IPC subyacente aumentó un 5.9% en los 12 meses a junio. Eso siguió a un incremento del 6.0% en los 12 meses a mayo.
La alta inflación y el aumento de los costos de endeudamiento están avivando los temores de una recesión hacia inicios del próximo año.
Fuente: Excélsior