Valentina Huerta Casillas se sumó al medio millón de estudiantes entre preescolar y bachillerato en México que se dio de baja de la matrícula escolar durante la pandemia. Esa preparatoria 8, que soñó, sería su mejor opción para obtener el pase automático a la Facultad de Medicina en la UNAM, hoy sólo queda en la sombra, porque de siete de sus profesores asignados para darle sus clases a distancia, sólo tuvo interacción virtual con dos, por lo que optó por salirse de la máxima casa de estudios y comenzar a aprender con maestros particulares y así buscar una alternativa de adquirir herramientas y conocimientos que aportaran a su formación y a su sueño de graduarse algún día como neurocirujana o cardióloga.
Durante 2021, Valentina sólo tuvo dos clases en línea a la semana de los dos profesores que se conectaron, el de física y el de matemáticas.
“Creo que fue un error querer trasladar la presencialidad a la educación en línea. Las condiciones para dar y recibir clases en ese entorno son claramente muy distintas y esa adaptación fue particularmente difícil para varios profesores y estudiantes. La mayoría de profesores tuvimos que enfrentar la realidad que nos impuso la pandemia y procurar ser creativos para dar clase de la mejor forma posible bajo estas condiciones”, comentó Luis Mata Zúñiga, maestro en Estudios Políticos y Sociales de la UNAM.
Un examen de admisión con excelencia para ingresar a una de las nueve preparatorias de la UNAM y una de las más demandadas del Área Metropolitana, donde cada año postulan por plantel entre 11 mil y 24 mil aspirantes para recibir sólo entre 2 mil 500 y mil 500 alumnos, a Valentina no le garantizó una educación de calidad durante la pandemia.
“Hace dos meses, todavía me sentía muy triste por haberme dado de baja de la Prepa 8, porque fue la que siempre quise, mi primera opción, hasta que me fui decepcionando poco a poco.
La mayoría de los profesores nos enviaban nada más un PDF al inicio del curso y vol-vían a vernos hasta el día del examen, si pasábamos o no ‘era nuestro problema’, nos decían, lo cual me parecía injusto”, contó Valentina en entrevista con Excélsior.
Ahora deberá acreditar sus conocimientos, a través de una preparatoria abierta, y volver a presentar un examen de admisión, de nuevo a la UNAM, para intentar ingresar a la Facultad de Medicina y se postulará también a la Escuela Militar de Medicina.
“En temas educativos, México va para atrás”, de acuerdo con Marco Fernández, investigador de México Evalúa y del Tecnológico de Monterrey, quien documentó que medio millón de estudiantes de preescolar a nivel medio superior en nuestro país dejaron de asistir a la escuela producto de la pandemia. Colima (15.7%) y Jalisco (14.5%) registraron la caída más alta en la matrícula de preparatoria.
Esta cifra de medio millón de estudiantes que abandonó la escuela en pandemia se documentó, a través de la Estadística Educativa del Formato 911, información estadística de los alumnos que se captura en todas las escuelas del país desde preescolar a nivel superior por grado, sexo, existencia y promovidos, dependiendo del nivel educativo, así como discapacidades, migración, y grupos por grado.
A inicios de septiembre de 2020, Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la Máxima Casa de Estudios de la Nación, UNAM, informó que hasta 20% de la matrícula de la institución, es decir, cerca de 72 mil estudiantes de los niveles bachillerato y licenciatura estaba en peligro de darse de baja o abandonar temporalmente sus estudios.
Con base en estadísticas de la UNAM del 2020, se reportó que 7 mil 700 alumnos de bachillerato y licenciatura habían suspendido sus estudios temporalmente y que esta cifra resultaba 229% más alta que la registrada en 2019, cuando fueron 2 mil 343 alumnos los que interpusieron dicha solicitud.
“La educación está abandonada. El derecho al futuro se reescribe ahora, y ya se comienza a hablar de una generación perdida, de la cual vamos a ver sus efectos en algunos años. Volvimos a clases, como si no hubiera pasado nada, pero la realidad es que muchos jóvenes no regresaron a las aulas”, afirmó el doctor en Estudios Sociales, José Antonio Pérez Islas, coordinador del Seminario de Investigación en Juventud, SIJ, de la UNAM.
Por otra parte, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2020) estimaba que, a nivel nacional, en 2021 y asociado a la pandemia, desertarían 593 mil universitarios y 38 mil 567 estudiantes de posgrado.
De acuerdo con México Evalúa, la mayor deserción escolar se registró a nivel preescolar, cuya matrícula disminuyó 13%. El segundo sector más afectado fue el nivel medio superior, con un 7% en la reducción de su matrícula.
“México vive una tragedia educativa: más de medio millón de estudiantes dejaron de asistir a la escuela. No he visto por parte de la autoridad federal o de los estados acciones concretas que nos lleven a rescatar a esos miles de estudiantes que dejaron de estudiar en la pandemia”, dijo el investigador Marco Fernández, en entrevista con Excélsior.
Entre los principales motivos para la deserción escolar para los alumnos de licenciatura en Psicología, según el artículo Trayectorias interrumpidas: motivos de estudiantes universitarios para suspender temporalmente sus estudios durante la pandemia, publicado por la revista Uni-versia de la UNAM, fueron: las condiciones económicas del alumnado (33% de las respuestas).
En segundo término se mencionan condiciones de salud (15%), incluyendo covid-19 u otros padecimientos (cirugías, hospitalización o tratamientos largos). En tercer lugar, condiciones familiares adversas (11%), que implican el cuidado de familiares y responsabilidades de tiempo completo en el hogar. Y diversas situaciones de índole emocional (11%), particularmente estrés, ansiedad o depresión o desmotivación y estrés académico por la forma en que viven la enseñanza en la pandemia.
También, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mostró que 43% de los hogares en el país carecía de algún tipo de conexión a internet. De ahí era previsible que casi la mitad del estudiantado no podría acceder a la educación virtual.
Algunos testimonios anónimos recabados para el estudio de la UNAM sobre los estudiantes de licenciatura de Psicología que se dieron de baja argumentaron lo siguiente sobre su deserción:
“La situación económica de mi familia es crítica, debido a que mi mamá perdió su trabajo […] por tal motivo quiero apoyar a mi familia”. “Vivo en el Estado de México y no cuento con los recursos para continuar con mis estudios virtualmente: mi internet falla constantemente (aun más cuando llueve)”.
“Dada la situación de las clases en línea he dejado de disfrutar y perder la motivación por seguir estudiando”.
“Un estudiante de enfermería que entrevistamos para documentar los motivos de la deserción, contó que dejó la escuela porque no podía aprender en las clases en zoom y luego de que a varios de sus compañeros les dio covid, debió de regresar a casa de sus padres y volver a apoyarlos en el trabajo de albañilería”, indicó José Antonio Pérez Islas de la UNAM.
Algunas jóvenes que habían logrado emanciparse estudiando en las ciudades tuvieron que regresar a sus lugares de origen y vivir con sus familias, porque no pudieron sostenerse. A veces, en hogares con padres alcohólicos o machistas, que piensan que estudiar es perder el tiempo.
En México, las autoridades declararon la suspensión de clases para todas las etapas educativas el 23 de marzo de 2020, paralizando las actividades de más de 37.5 millones de estudiantes y 1.2 millones de docentes, de acuerdo con el Inegi.
En el segundo semestre de 2020, el Ministerio de Educación de Chile, junto con el Banco Mundial, presentaron los resultados del estudio El Impacto de covid-19 en los resultados de aprendizaje y escolaridad en Chile. Análisis con base en herramientas de simulación proporcionada por el Banco Mundial, donde se proyectaba una pérdida de 88% de los aprendizajes si el sistema se mantenía con un escenario de interrupción de las clases presenciales por los siguientes 10 meses (lo que se prolongó por 2 años).
“Esa situación de pérdida de aprendizaje se profundiza entre los grupos de menores ingresos en Chile. Los y las estudiantes de menores recursos (NSE bajo) perdían un promedio de 95% de sus aprendizajes, mientras que a los estudiantes de mayores recursos (NSE alto) se les proyectaba una pérdida de 64%”, explicó en entrevista, Verónica Cenitagoya, del Grupo de Trabajo en Juventudes, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (GTJ-FLACSO).
En México, en educación media superior, la caída de la matrícula y el abandono escolar comenzó previo al confinamiento.
“Las investigaciones apuntan a que los jóvenes están dejando la escuela cuando les falta acompañamiento, porque se frustran y sienten que es perder el tiempo cuando se estancan en el aprendizaje y ya no comprenden los contenidos”, aseguró Marco Fernández, investigador de México Evalúa y del Tecnológico de Monterrey.
La mamá de Valentina, Sydna Casillas, al observar la caída de ánimo de su hija, producto del encierro y de la ausencia de profesores en la educación virtual, terminó por alentarla para darse de baja y comenzar a tomar clases con profesores particulares.
“Al principio, no quería que se diera de baja de la preparatoria, porque ya tenía el pase directo a la Facultad de Medicina y me preocupaba el dinero, pero la veía triste y Valentina no estaba aprendiendo. Entonces, tenía que alentar su sueño, imagínate llegar a una licenciatura de Medicina sin saber nada, pues tomamos la decisión de buscar profesores con los que aprendiera y pudiera estar preparada para examen de admisión a medicina”, dijo Sydna.
Hasta ahora, medio año después de que Valentina se dio de baja en la preparatoria de la UNAM, nadie la ha llamado ni preguntado por qué decidió cancelar su matrícula. Ni siquiera cuando llegó a Servicios Escolares alguien se acercó para tratar de retenerla, a pesar de ser una alumna con buenas calificaciones.
“Ya comienza a hablarse de la construcción de esfuerzos individuales, de ‘arréglatelas tú mismo’, porque el sistema no está dando las condiciones para que los procesos de incorporación, inserción y tránsito en la educación sean adecuados, armónicos y sistemáticos. Esto, genera una tremenda ansiedad que puede devenir en depresión, no sólo en los jóvenes, sino en sus padres, lo que es un gran problema. Sin embargo, no estamos haciendo lo suficiente como sociedad para verlo, evidenciarlo y trabajar al respecto; de seguir esta tendencia, y todo apunta a que así será, los hoy jóvenes enfrentarán aún mayores dificultades para la consecución de sus aspiraciones laborales, educativas y sociales”, concluyó Luis Mata Zúñiga, doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Fuente: Excélsior.