Murió el escritor y editor Álvaro Uribe (1953-2022) a los 68 años, considerado uno de los autores secretos de las letras mexicanas de nuestro tiempo, quien dedicó la mayor parte de su obra a explorar el ámbito de la pareja, pero desde la perspectiva del desencuentro y del conflicto, detalló a Excélsior el también escritor Geney Beltrán Félix, quien lamentó su muerte.
Para Uribe, lo más importante de una historia era cómo hacerla única y absolutamente personal, es decir, que conservara cierta opacidad, ambigüedad y dándole una forma artística al relato, como lo expresó en una entrevista con Excélsior. La noticia de su muerte fue difundida la noche del miércoles por las instancias culturales de la UNAM y hasta la tarde de ayer amigos del autor detallaron que sus restos mortales serán velados hoy viernes en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas.
Álvaro Uribe es un escritor secreto que ha sido leído por muy pocos. Quizá esto se debe a que su obra parece moverse en un territorio discreto en cuanto a los asuntos que abordaba. Además, de que su prosa se mueve en un territorio de levedad y transparencia que podría parecer sencillo de conseguir”, aseguró Beltrán.
Sin embargo, “era un escritor que desnudaba a sus personajes de forma descarnada, ya que mostraba sus mezquindades, veleidades, frivolidades y, al mismo tiempo, su ternura, el desamor y el rechazo que recibían”.
Así que Álvaro tenía un bisturí muy fino para mostrar a personajes comunes y corrientes –que solían ser varones heterosexuales con cierta cultura libresca, o diplomáticos, escritores, y profesores universitarios– que, en realidad, se parecen a la mayoría de los lectores”.
Beltrán también habló sobre las temáticas de sus novelas. “Muchas de sus historias tienen que ver con el ámbito de los sentimientos, del mundo afectivo en familia y en pareja, mayormente en un ámbito temporal que va del último tercio del siglo XX a principios del XXI”.
Y aunque pareciera que su obra se mueve en territorios discretos que no pretenden llamar la atención, sus libros provocan un efecto de conjunto con su prosa leve, transparente y por su tono melancólico que desarrolla con mucha vinculación afectiva.
Es un autor que habla del movimiento y de la existencia de los personajes, es decir, cómo se da este proceso a lo largo de nuestra vida y la sensación de nostalgia que produce terminar un libro suyo de una suerte de asombro que se fue acumulando es lo que se vuelve muy entrañable.”
Beltrán comentó que, a excepción de Expediente del atentado (novela histórica que aborda el atentado que sufrió Porfirio Díaz en 1897) y Caracteres (que contiene una galería de retratos literarios), el resto de su obra (Taller del tiempo, La lotería de San Jorge, Por su nombre y Autorretrato de familia con perro) tiene que ver con las relaciones de pareja, “pero desde la perspectiva del desencuentro, del conflicto y de lo destructivo, es decir, no son historias felices”.
Por último, Geney Beltrán sugiere a los lectores que se acercan por primera vez a la obra de Uribe iniciar con El taller del tiempo, una novela sobre las relaciones paternofiliales; Por su nombre, sobre encuentros y desencuentros amorosos; y Los que no, una narración muy personal donde construye una fábula sobre lo que habría pasado si hubiera tenido un hijo.
A lo largo del día de ayer, diversos escritores recordaron el legado del narrador y ensayista en redes sociales. Es el caso de Álvaro Enrigue: “Un mundo sin mi amigo Álvaro Uribe me parece insoportable”. Así como Héctor Manjarrez: “Se murió el escritor Álvaro Uribe, dejándonos más solos que un carajo a sus admiradores y amigos. Lo lloro”; y Karen Villeda: “Álvaro tenía uno de los humores más finos que he llegado a conocer. Fui afortunada por convivir con él, tan elegante e irónico. Lo extrañaremos siempre. Mis pensamientos están con su esposa, la poeta Tedi López Mills”.
Uribe estudió filosofía por la UNAM, fue agregado cultural en Nicaragua y consejero cultural en Francia. En su primera estancia en París editó la revista bilingüe Altaforte.
Fuente: EXCÉLSIOR.