LONDRES.— El gobierno estadunidense obtuvo ayer  una importante victoria en su intento por extraditar a Julian Assange, encarcelado en Londres desde su detención en 2019 en la embajada de Ecuador, al anular una corte de apelaciones inglesa la decisión previa de no entregarlo.

Estados Unidos acusa de 18 cargos al fundador de WikiLeaks y lo quiere juzgar por la publicación a partir de 2010 de unos 700 mil documentos diplomáticos y militares secretos, relacionados principalmente con las guerras en Afganistán e Irak.

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En primera instancia, la jueza Vanessa Baraitser bloqueó la extradición en enero, al considerar que Assange podía suicidarse si era entregado a Estados Unidos.

Pero los abogados estadunidenses apelaron la decisión y en octubre argumentaron que Baraitser no había dado suficiente importancia a otros testimonios de expertos sobre su estado sicológico.

Además, garantizaron que no se mantendría al australiano, de 50 años, en aislamiento punitivo en una prisión federal de máxima seguridad, y que recibiría un tratamiento médico adecuado.

Ayer, el tribunal de apelaciones de Londres les dio la razón, anulando la sentencia previa, por considerar que “Estados Unidos ha proporcionado ahora a Reino Unido un paquete de garantías” y subrayando que Washington accedería a trasladarlo a Australia si es condenado.

Ordenó enviar el caso al Ministerio del Interior, que tiene la última palabra sobre toda extradición.

Los abogados de Assange anunciaron que apelarán al Tribunal Supremo británico y a cortes internacionales si es necesario.

Agotaremos todos los recursos nacionales e internacionales para defender a quien no ha cometido delito alguno y ha resistido heroicamente y con coraje durante más de once años la persecución por defender la libertad de expresión y acceso a la información”, aseguró el exjuez español Baltasar Garzón, coordinador internacional de la defensa de Assange.

La oenegé de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional puso en duda las garantías de EU, calificándolas de “intrínsecamente poco fiables”.

En un contexto de creciente tensión diplomática, el gobierno ruso tildó la decisión británica de “vergonzosa”.

El australiano lleva recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, cerca de Londres, desde que en abril de 2019 fue detenido dentro de la embajada ecuatoriana después que el entonces presidente Lenín Moreno le retiró el asilo.