Tras el anuncio de la medida que restringe en España la publicidad de alimentos insanos para niños se ha generado un gran revuelo. ¿Tiene sentido el enfado?

El anuncio de la prohibición en España de la publicidad de alimentos poco saludables en horario infantil o en medios frecuentados por niños ha generado un gran revuelo. Muchas personas lo ven como una restricción de la libertad de los padres a decidir qué quieren dar de comer a sus hijos. Sin embargo, los expertos en nutrición sí que lo han recibido con gran regocijo, aunque también con cautela a la espera de los resultados.

Esta polaridad en la percepción de la población es algo habitual en cualquier decisión política. Pero no estamos aquí para hablar de política, sino de ciencia. Y lo cierto es que los científicos, por lo general, coinciden en que estas son medidas necesarias.

Son muchos los estudios realizados en países diferentes en los que las conclusiones, con pequeñas variaciones, vienen a ser las mismas: que los niños son un público muy susceptible a la publicidad y que, por lo tanto, deben protegerse para evitar posibles problemas de alimentación. Pero vamos a verlo más en profundidad.

De la publicidad a la obesidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la obesidad infantil ha aumentado con pasos de gigante en las últimas décadas.

En 1975, un 4% de los niños y adolescentes de 5 a 19 años tenía sobrepeso u obesidad. Sin embargo, en 2016 el porcentaje ya había ascendido hasta el 18%. Además, los datos por debajo de esa edad están aumentando preocupantemente, con un total de 39 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso u obesidad en 2020 en todo el mundo.

En 2020 había en el mundo 39 millones de niños menores de 5 años con obesidad o sobrepeso

Por todo esto, el organismo cuenta con una Comisión para poner fin a la obesidad infantil dirigida a estudiar cuáles son los factores que están detrás de este terrible problema. Sus conclusiones están recogidas en una guía en la que, entre otras recomendaciones, se encuentra la de retirar la publicidad de alimentos y bebidas poco saludables de aquellos lugares y horarios en los que pueda ser consumida por niños y adolescentes.

Pero no son los científicos de la OMS los únicos que han llegado a esta conclusión. Cientos de investigadores por todo el mundo están de acuerdo. Y es que, en realidad, los niños son un público objetivo de la publicidad de alimentos poco saludables por varios motivos, pero sobre todo por dos. En primer lugar, porque tienen una gran influencia en las compras del hogar. ¿Quién le dice que no a la carita de un niño pidiendo los cereales de chocolate que acaba de ver anunciar en televisión? Y, en segundo lugar, porque tienen un gran potencial como consumidores adultos en el futuro. Una vez captados, pueden pasar años consumiendo ese producto.

Además, es más fácil convencerles a través de determinadas maniobras, como el uso de mascotas y dibujos animados. De hecho, en un estudio publicado en 2015, se analizó el efecto de este tipo de reclamos y se vio que son realmente útiles en ambos sentidos. Es decir, ayudan a atraer a los niños hacia el consumo de alimentos poco saludables. No hay más que ver el conejito que anuncia una famosa marca de cacao instantáneo, el simpático lince de una marca de batidos o el monito que acompaña la publicidad de unos cereales chocolateados muy populares entre los niños. Pero también pueden atraer a los niños hacia los alimentos saludables. En este estudio, se concluye que las mascotas y dibujos animados podrían usarse para animar al público infantil a consumir fruta y verduras. Desgraciadamente, es algo que apenas se hace.